02 mayo, 2007

Hetaeras, las escorts de la antigua Grecia.


Aspasia, amante de Pericles, es así la mujer más célebre del siglo V adC. Originaria de Mileto atrae a su casa a Sófocles, Fidias y a Sócrates y sus discípulos. Según Plutarco, «domina a los hombres políticos más eminentes e inspira a los filósofos un interés nada despreciable »

Conocemos los nombres de un cierto número de estas hetaeras. En la época clásica, está Teódota, compañera de Alcibíades, con quien Sócrates dialoga en las Mémorables (III, 11, 4); o Neera, sujeto de un célebre discurso del pseudo-Demóstenes; Friné, modelo de la Afrodita de Cnido — obra maestra de Praxíteles, donde ella es la amante, pero también compañera del orador Hipérides; Leontion, compañera de Epicuro y filósofa ella misma. En la época helenística, se puede citar a Pitónique, compañera de Harpalo, tesorero de Alejandro Magno, o Tais, compañera del mismo Alejandro y después de Ptolomeo I.

Algunas de estas hetaeras eran muy ricas. Jenofonte describe a Teódota rodeada de esclavas, ricamente vestida y alojada en una casa de gran altura. Otras se distinguieron por sus gastos extravagantes: así Rodopis, cortesana egipcia liberada por el hermano de la poetisa Safo, se distinguiría por hacerse construir una pirámide. Herodoto (II, 134-135) no cree en esta anécdota, pero describe una inscripción muy costosa que ella financió en Delfos.


Las tarifas de las cortesanas variaban mucho, pero eran sustancialmente más elevadas que las de las prostitutas comunes. Menandro menciona a una cortesana ganando tres minas por día (1 mina = 100 dracmas), es decir, más que diez pornai reunidas (pornai = prostituta esclava que trabaja para un proxeneta). Si hay que creer a Aulo Gelio (Noches áticas, I, 8), las cortesanas de la época clásica cobraban hasta 10.000 dracmas por una noche.

Si las hetaeras eran innegablemente las mujeres más libres de Grecia, hace falta comprobar que muchas desearan volverse respetables encontrando un marido o un compañero estable: Neera, cuya carrera es descrita en un discurso judicial, llega así a educar a tres niños antes de ser recuperada por su pasado de hetaera. Incluso, Aspasia es elegida como concubina, incluso esposa por Pericles.

Ateneo remarca que «las putas que se transforman en mujeres honorables son generalmente más fiables que esas damas que se precian de su respetabilidad» y cita a varios grandes hombres griegos, hijos de un ciudadano y de una cortesana: como el estratego Timoteo, hijo de Conón. En cambio, no conocemos ningún ejemplo de ciudadana que se hiciera voluntariamente hetaera.


En la antigua Grecia, las mujeres no comían con sus maridos, sino que permanecían recluidas en el gineceo, habitación para mujeres que estaba situada en la parte posterior de la vivienda. Las únicas mujeres que podían sentarse a la mesa de los varones eran las hetairas, cortesanas de alto nivel.

1 comentario:

Katsya dijo...

Hola Su:

Llevo varios meses leyendo tu blog, encantada! Me asombra sobremanera la información y evolución que tienes de la historia de esta profesión.

Aparte de internet, ojalá pudieras compartir alguna bibliografía.

Un beso.